jueves, 27 de diciembre de 2012

El viaje de Marta


Ella, joven, guapa, inteligente, talentosa… todo lo que una chica de su edad pudiera desear. Rodeada siempre de amistades, dispuesta a disfrutar de cada minuto de su vida, sin miedo a nada  ni si quiera al fracaso, un día como otro cualquiera se levanta de su cama  y saluda al nuevo día que ante ella se presenta  con una amplia sonrisa en su rostro. No sabe por qué, pero siente que algo está a punto de cambiar, no sabe el qué tampoco ni de qué forma, simplemente lo siente.

Durante el resto del día ese pensamiento la persigue, no la abandona en ningún momento, no la deja ni a sol ni a sombra. Ya a la noche, en la más estricta soledad y bajo la atenta mirada de la luna, Marta se sienta en el tejado, mira hacia el cielo como pidiendo un deseo  a alguna de las estrellas que, en aquella cálida noche decoraban el cielo de Madrid.

Más que un deseo, lo que probablemente pedía Marta era una respuesta. Quería saber qué debía hacer, qué era eso que durante todo el día ha llevado en su cabeza y que no la ha dejado prestar atención a nada de lo que a su alrededor sucedía.

Días más tarde, se despierta, con los ojos  entreabiertos y aún un poco aturdida por el sueño, echa un vistazo a su alrededor. Nada le resulta familiar. Definitivamente esa no es su habitación, ese no es su apartamento. ¿Dónde está? ¿Qué hace ahí? Minutos más tarde se da cuenta de lo que pasa. Es cierto esa no es su habitación, ni su apartamento,  ni si quiera está en Madrid. Está en Londres,  a miles de kilómetros de su hogar. ¿El motivo? Muy fácil, solo hay que darle para atrás al tiempo, una semana exactamente. Esa noche de verano, bajo el cielo estrellado y la luna como espectadora lo decidió, decidió que tenía que volar, tenía que cumplir todos esos sueños que un día escribió y tiró en una botella al mar. Tenía que descubrir cómo es la vida en realidad y qué sorpresas le aguardaban.  

Hizo sus maletas, dentro de ellas solo lo imprescindible: un par de libros para hacer más ameno el viaje; sus tacones preferidos para pisar bien fuerte; ropa de abrigo, aunque  no demasiada y fotos, muchas fotos, de su familia y de su grupo de amigas, cada foto la transporta  a un lugar, a un olor, un sentimiento…un recuerdo. No necesitaba más, ya estaba preparada.
Cogió el primer vuelo directo desde Barajas hasta Heathrow y así fue como se marchó, con una breve llamada a sus padres y un estado en su Facebook que ponía: “Chicos, me voy a perseguir mi vida. Nos vemos por Londres ;) “.

Y ahí está, en Londres en una habitación de un pequeño hostal, con unas ganas locas de comerse el mundo, con ganas de salir a la calle coger el metro y perderse, perderse entre las calles, el ruido, los coches, la gente…Quiere perderse para poder encontrarse.

Sin perder ni un minuto Marta se pone en pie, se da una relajante ducha, elige sin prestar mucha atención la ropa, coge su cámara de fotos  y se pone en marcha. Para en el Starbucks que está a unos cinco minutos de su hostal y con su Café Frapuccino camina sin rumbo hacia ningún lugar. 


domingo, 6 de mayo de 2012


"No vivas para que tu presencia se note, sino para que tu ausencia se sienta."

Bob Marley

viernes, 28 de octubre de 2011

Los pequeños placeres de la vida

(Atardecer en la Playa de Las Canteras)
Los pequeños placeres de la vida son los que,en los momentos en los que no le encuentras sentido a la vida, hacen que lo encuentres.

martes, 27 de septiembre de 2011

Un sueño

ELLA:
               -He de decir que me encantan tus labios, que noche tras noche sueño tu boca, que tus ojos son el espejo en el que deseo mirarme cada día, que tu sonrisa me ilumina en la oscuridad. He de decir que el latido de tu corazón es el ritmo que marca mis pasos, que quiero dormir entre tus brazos cada noche, que tu voz llena mis silencios... que no hay hora ni día en que no piense en ti porque...estoy enamorada de ti desde que te conocí.
ÉL:        
               -He de decir que todos los días sueño incluso despierto, que escucho esas palabras que, ahora acaban de salir de tu boca. Cada día sueño que no es un sueño, y que si lo es, éstos se hacen realidad. Cada noche sueño que te doy un beso y no hay nada más que decir. Cada mañana despierto y me doy cuenta de que otra vez más, solo fue un sueño.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Una lágrima y una voz


Al igual que en otoño caen las hojas secas de los árboles, de sus ojos caen unas lágrimas que, poco a poco recorren todo su delicado rostro. Una voz que empieza susurrando en su interior termina por gritarle a todo pulmón. Le ordena que salga de ahí, que huya, que no siga su camino, que se desvíe desde que pueda, que reencuentre su vida, su verdad, su bienestar. Que se aleje de las penas, que corra tras las alegrías, que salte para alcanzar sus sueños, que no se canse nunca, que siga las huellas de su destino, no el que le viene de fábrica, si no el que ella desea tener  , que vaya al ritmo del latido de su corazón, que con cada mirada guarde  lo que fue, lo que es, que con cada suspiro coja aliento y continúe, que continúe hasta que con cada recuerdo sonría.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Te pertenece la vida.


Hay veces, días , meses o incluso años, en los que parece que un vacío por dentro no te deja continuar con tu vida, con tu rumbo. Un vacío que parece no  dejarte alcanzar las metas que te has propuesto. Entonces llega un día, mejor dicho El Día. Llega  el día en el que te das cuenta de que estar amargado, triste o vacío no te sirve de nada. Que la vida es un regalo con fecha de caducidad y que en menos de lo que te das cuenta ya está vencido. Es un regalo que no tiene ticket para devolverlo, ni garantía para cambiarlo por otra vida si algo hace que se rompa  y que todos tus sueños se desmoronen. La única garantía de este regalo, es el regalo en sí, es la vida. La vida te pertenece. Te pertenece cada suspiro que des cuando estés cansado de recorrer un camino que, aparentemente no tiene final; te pertenece cada sonrisa que tus labios esbocen por cualquier cosa, por insignificante que sea; te pertenece cada lágrima que tus ojos derramen ya sea por tristeza o por una gran alegría; te pertenece cada mirada que tus ojos echen a su alrededor, te pertenece cada carcajada con la que tu risa se exprese; te pertenece cada grito que tu voz, tu alma y tu cuerpo utilicen para pedir aliento. Te pertenece cada pena y cada alegría. Te pertenece cada error y cada acierto. Te pertenece la vida.

domingo, 4 de septiembre de 2011

En la oscuridad


En un rincón de una habitación a media luz estaba ella, sentada junto a la ventana, mirando las estrellas cegada por su resplandor. Allí estaba, absorta en su mundo, en sus pensamientos como cada noche. Dentro de la habitación se encontraba su cuerpo, pero su alma y su corazón en cambio, había traspasado la ventana, se habían evadido de su  cuerpo y de los pensamientos, en este momento solo son capaces de sentir. Ahora lo puede ver todo con más claridad, sí, es de noche y, sí, está oscuro, pero ella más que nunca lo ve todo claro, nítido, sabe lo quiere, lo que  busca en la vida. Sabe que  no importa la distancia física que haya entre dos personas si sus corazones están unidos; si cada noche se reencuentran, si en el silencio ella escucha sus palabras, si su voz le da alas para volar y poder así, alcanzar el cielo y descubrir que, del cielo a la tierra no hay un abismo, y que hasta en la mayor oscuridad posible, siempre se puede atisbar el más mínimo signo de claridad, sólo hay que saber encontrarlo.