Todo comenzó de forma imprevista. Un día como otro cualquiera en el que la rutina marcaba sus pasos ella decidió irse, marcharse, huir de su vida , de la monotonía que en ésta había, preparó una maleta, tan solo una , y marchó rumbo a lo desconocido. Se fue con la única esperanza de que su vida cambiase de color, que la melodía que servía de banda sonora de la historia de su vida cambiase. No sabía que se iba a encontrar, ni si quiera sabía a dónde se dirigía, simplemente cogió su maleta, subió al coche y dejó atrás todo su pasado, todas sus penas y alegrías.
Durante horas y horas condujo sin rumbo, tan solo el que le marcaba su corazón. ¿A dónde le llevaría esta vez su corazón? ¿ Qué le depararía esta vez la vida?
Tras semanas conduciendo por numerosas carreteras, decenas de hostales en los que dormir, un día observando el paisaje que se abría delante de ella, un fuerte e incluso doloroso latido del corazón se lo indicó, era allí donde debía terminar su viaje, era ese su destino.
En la primera pensión que encontró paró, se bajó del coche, sacó la maleta del portabultos y cerró el coche y junto con el, un largo trayecto lleno de vivencias, de paisajes maravillosos, de ciudades con un encanto peculiar y sobre todo de decisión, pues la protagonista de ésta historia pensó que si algo no te llena en tu vida tienes el derecho de cambiarlo, de intentar ser feliz, de hacer una mochila colgártela a la espalda y salir de ahí, salir del bucle de infelicidad que a tu alrededor se genera y recorrer mundo, encontrar tu lugar, tu felicidad.